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martes, 15 de noviembre de 2016

Plenilunio en Tauro

Hoy, de amanecida, camino del trabajo, la luna grande sobre un cielo limpio.
Dignificando el paisaje urbano, la prisa, la mañana de martes...

Plenilunio en Tauro
(Copyright: Amelia de Sola)

lunes, 7 de noviembre de 2016

miércoles, 19 de octubre de 2016

Una transparencia suave

Todo sigue igual, pero todo va siendo un poco diferente.
El mundo, con su tragedia y su comedia, su maravilla y su rutina, parece adelgazarse, virar hacia una transparencia suave, sin perder por ello la honda rotundidad de su materia.
El mundo, ese mundo que nos contiene y que tenemos contenido, se deja ver a veces como construido de nubes, como una bocanada de color enraizada en el centro de su nada.
Y se percibe más y más ligero.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Dieciséis grados

Esta mañana, al salir de casa, dieciséis benditos grados.
Dieciséis benditos grados y el cuerpo que, saturado de calor, absorbía el frío a bocanadas, se bañaba, se empapaba de frío, de retazos de cielo entre nubes, de bendita mañana fresca de casi otoño.

Amores

Entre todos los animales, amo a los lobos.
Y a las águilas.
Y a los grandes simios, hermanos nuestros.
Y me vienen a la mente, sin poder evitarlo, las cabras montesas, los osos, solitarios y libres, los toros de fuerza escondida, los caballos... la vida salvaje,  incontaminada, entregada a sí misma... Indomable.

Lo que yo soy (o no)

Me llegaba, hace unas horas, vía Fb., una entrada que incitaba a preguntarse si estoy viviendo la vida que me es propia, esa que corresponde a quien soy.
¿Estoy viviendo mi propia vida? De alguna forma, siento que no es esa la pregunta. Porque ¿soy yo mi propia vida? ¿Puedo, en verdad, identificarme con esa Amelia y con esa vida?¿Puedo identificarme con cualquier otra vida, posible o no? ¿Quién, o más bien, qué soy yo? ¿Qué es esa nada que, al parecer, soy, y que vive esta vida como podría vivir otra diferente? Como, quizás, lo hace. ¿Qué es este no ser nada que soy? O que no soy.
Y, a la vez, todo es completamente definido. Definidamente incompleto. Como es. De la única forma que puede ser.
Y, aún más allá, da, en realidad, lo mismo la vida que se viva y quién se sea.
A otro nivel. A todos los niveles.

Fresco

Finalmente, ha quedado un día ventoso y fresco, de cielo desteñido y nubes que lo mismo tapan que dejan asomar el sol.
Para pasear. Para sentir cómo se agita el pelo y se eriza la piel al toque del aire.
Para renovarse, después de meses de calor y calor. Para sonreír al tiempo que viene.

Proto-otoño

Increíblemente, hacía frío.
Hacía frío esta mañana tras-tormenta, y en el suelo quedaban aún algunos charcos, y las hojas y ramitas arrancadas por el aguacero de ayer se amontonaban en los márgenes de las aceras. Un airecillo limpio atravesaba la ciudad y el cielo, y te cruzabas con gente casi sonriente, camino del trabajo, casi contenta, a la que se adivinaba un poco encogida por los diecinueve grados y los hombros desnudos y las sandalias y los pantalones cortos, casi anacrónicos en este amanecer del proto-otoño.

lunes, 29 de agosto de 2016

Magia y materia

Amo la magia de la materialización.
La mágica capacidad de convertir en materia una imagen interior.
Con amor. Con trabajo. Con tiempo e inteligencia y energía.
Amo tender la mano hacia la materia y esculpir un paisaje del alma que también es alma y también es yo. Que también es mundo. Para mí. Para todos. Para sí mismo. Para, sencillamente, ser.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Anochecer en el bosque

Se ha convertido ya en una costumbre esto de aguardar la anochecida en el bosque. De tenderse sobre la tierra, bajo un cielo todavía claro, e ir viendo cómo, donde un momento antes no había nada, van emergiendo las estrellas poco a poco, hasta que todo el campo celeste queda sembrado de fuegos blancos.
Hay noches en que la primera que aparece es la Polar. Otras, la uve doble luminosa de Casiopea, y otras, en fin, es la Osa grande la que se va encendiendo lentamente.
Y, como los sonidos del bosque acompañan con su música a estas horas de magia, a veces resulta incontenible el impulso de danzar un tandava lento. Para la noche. Para las estrellas. Para la vida inagotable del bosque.

Alternativas necesarias

Tengo la impresión de que lo que ya están empezando a hacer las personas abandonadas por los moribundos Estados de Bienestar jibarizados por el neoliberalismo, es marcharse a la periferia del sistema y auto organizarse para proveerse de los bienes y servicios que no pueden obtener de otra manera.
Y de que esta tendencia, aún minoritaria tanto en número como en aspectos, irá creciendo más y más hasta configurar un sistema generalizado, multicéntrico "a la acuariana", que incluya aspectos como la economía colaborativa, el movimiento Bien Común, la Sacroeconomía, etc. No por utopía, lo que condenaría a estos intentos al fracaso, sino por necesidad de supervivencia.
Pero la época de transición será larga y durísima.
Y habrá sufrimiento.

domingo, 21 de agosto de 2016

El patito feo. Fragmentos. III. El huevo

Con la rotura del huevo empieza el mundo. Pero no sabemos, en ningún momento sabemos de dónde viene ese huevo, esa unidad original, primigenia, con cuya ruptura comienza un destino.
Hay un huevo de cisne en un corral de patos. Un huevo grande, remiso a la apertura, que obliga a la cansada Doña Pata, cuando ya su nidada anda piando por doquier, a seguir empollando a un ser más complejo - más necesitado, por tanto, de calor y de tiempo-.
Hasta que llega su momento, y el pequeño cisne emerge a un mundo muy sencillo. Demasiado sencillo. Incapaz de reconocerlo.
Un mundo del que ignora que no es el suyo.
Pero ¿de dónde vino el huevo? Nunca lo sabremos. Nadie lo sabe.
Con el huevo comienzan la creación y el mito. Ninguno de nosotros sabe de dónde viene. De dónde viene el mundo. Qué había antes del estallido inicial que dio principio al tiempo.
Ninguno de nosotros -tampoco nuestro cisne- sabe quién es. Ninguno sabe quiénes son sus padres. Los verdaderos padres. Los reales autores del huevo de nuestro destino.
Podemos, si queremos, imaginar un dios. Un origen divino para nuestra vida demasiado humana.
Podemos apelar al cielo o al infierno. Pero no lo sabemos.
No lo sabremos nunca.
Y, muy probablemente, en nuestra ignorancia moriremos.

El patito feo. Fragmentos. II. El mundo de los patos

EL MUNDO DE LOS PATOS
El mundo de los patos no es peor, ni mejor, que otro cualquiera. Simplemente, no es mundo para un cisne. Ni siquiera para uno pequeño y tímido, como el de nuestro cuento.
Es un mundo soleado, el de estos patos. Un mundo tranquilo, convencional y jerárquico, como tantos y tantos que conocemos. Un mundo de corral, aunque sea un corral de casa señorial de foso y río, de jardines extensos y campos cultivados.
Un mundo perfectamente satisfactorio para estos patos de cuento, felices de moverse en un territorio limitado, no tanto por vallas ni cercados como por la falta de voluntad de traspasar los límites.
Y es que los patos de esta historia son patos de granja, domésticos y acostumbrados a depender de sus amos para la comida. A cambiar la libertad de sus antepasados salvajes por la aparente seguridad de una vida fácil... hasta que llega el momento de acabar en la cazuela.
Hay una bella historia animal, "La colina de Watership", donde una banda de conejos errantes en busca de hogar, encuentra una sociedad conejil aparentemente perfecta, pero en la que, inexplicablemente, de vez en cuando desaparece alguien, sin que nadie haga mención del hecho o muestre siquiera haberse dado cuenta. Hay un secreto a voces, un secreto evidente que nadie quiere mirar, porque hacerlo significaría renunciar a los fáciles y abundantes recursos de zanahorias que el amo deja a diario por las cercanías. Y el tabú, como un cáncer, corrompe el corazón de la conejera, que sabe aunque no quiera, suprimiendo toda creatividad, toda fuerza vital salvaje y sana.
No hace falta pensar mucho para darse cuenta de la semejanza entre ese mundo de corral y el nuestro. Y sí hace falta pensar un poco más para advertir que ese mundo de corral está en nuestro interior. Es esa parte nuestra Sancho Panza, aburrida, rutinaria y plácida que nos iguala a todos los demás, que nos hace no ver nuestras limitaciones auto impuestas y que nos lleva a aceptar, como la cosa más natural, una vida no elegida, no pensada, no elaborada o sentida, una vida que "es como es", sin más historias, y, lo que es más grave, que nos lleva a un desconocimiento irreflexivo acerca de nosotros mismos y de quien se supone que somos.
El reino de los patos es el reino de la máscara, del dejarse llevar por lo que hay sin plantearse siquiera, no ya que las cosas podrían ser de otra manera, sino la misma noción de que son algo.
Es también el mundo inconsciente de la infancia, donde todo es sencillamente lo que es, donde el niño es quien es, y la autoridad, no es que no se cuestione, es que ni tan siquiera se percibe.
El mundo de los patos es ese dominio de nuestro interior donde no sólo nada se cuestiona, sino donde no ha aparecido aún el concepto de cuestionamiento.
(Noviembre 2013)

El patito feo: Fragmentos. I. Erase una vez...

ÉRASE UNA VEZ...
Erase una vez un cisne que creía ser pato.
No es algo tan extraño. En realidad, le ocurre a bastantes criaturas, sean cisnes o seres humanos, o un poco de cada cosa.
Creía ser pato, pero no lo era, y por eso, siempre que trataba de pensar y comportarse como un pato normal, sólo conseguía hacerlo mal, y sentirse -como los demás no dejaban de señalárselo- torpe, feo y estúpido. Que es lo que sucede cuando uno trata de aprender a ser quien no es. Por más esfuerzos que ponga.
Erase una vez un cisne solitario, perdido en un mundo de patos y sin la menor noción de quién era.
No un héroe. No un revolucionario. No un grandioso visionario de altas aspiraciones.
Sólo una criatura perdida buscando su lugar.
Tozuda, eso sí. Persistente. Incansable. Con el valor suficiente para decir "no" a lo que era no. Y con la fuerza necesaria para marcharse y seguir buscando.
Érase una vez un buscador...
(Noviembre 2013)



sábado, 20 de agosto de 2016

Ante la muerte

Qué se puede hacer ante la muerte, más que amarnos, y abrazarnos, y compartir nuestro dolor y nuestra humanidad.

viernes, 19 de agosto de 2016

Sólo hasta el umbral

La muerte. La muerte que guarda su misterio. Que sólo nos permite acompañar hasta el umbral. Que se lleva en su barca implacable a quien amamos, sin mirarnos siquiera.
La muerte que desgarra. O que libera. Esa de la que nada sabemos. Esa cuya puerta habremos de atravesar un día, próximo o lejano, estemos preparados o no.
Nada que decir ante la muerte.
Nada que decir al que ha perdido y se encuentra con las manos vacías en una casa sola.
Únicamente... un poco de amor para el que se va. Y un poco de amor para el que se queda.
Todo el amor que podamos dar.
(Para A.)

sábado, 13 de agosto de 2016

La vía del cocinillas



Cuando, como ahora, tengo tiempo y estoy descansada -benditas, anheladas y escasas vacaciones- me gusta pasar las horas de calor, esas en las que el sol derrite hasta el asfalto y aconseja quedarse en casa, o bien las placenteras y frescas de la madrugada, metidita en la cocina, dejando volar la imaginación y reproduciendo, tuneando o inventando recetas que a veces salen mejor y otras peor, pero que a mí me encantan, me divierten y me sirven de meditación cotidiana.
A veces, como ayer, por ejemplo, me da por rememorar los sabores de mi infancia, elaborando los viejos guisos de mi abuela -cocinera eximia donde las haya- tratando, eso sí, de aligerar un poco sus ingredientes, a fin de no acabar el verano rodando, en lugar de caminar. Así, mi elaboración del clásico chivito a la pastoril, en el que ella era maestra, obvia el rebozado del la carne - una mezcla, en mi caso, de cordero y pollo de granja- pero conserva la esencia de su sabor, con la salsa de cebollita, caldo, ajo, orégano, pimentón, vinagre, coñac, sal y pimienta en la que se hace a fuego lento la carne previamente dorada en aceite de oliva.
Degustado, como mandan los cánones, "de un día pa otro", para que los sabores se asienten, y acompañado de patatas fritas para los afortunados seres que no engordan, o de setas salteadas en mi caso, es un plato digno de mesas imperiales.
Otras veces -y a ello me dispongo acto seguido- prefiero tirar para Oriente y ocupar mis cacerolas con un pavo al curry en el que el volátil, cortado en cuadraditos pequeños y dorado en aceite de oliva (o de coco para los puristas) se guisa luego cubierto de caldo aderezado con cebolla frita,  curry, cúrcuma, jengibre, cayena, comino, pimienta y unas cucharadas de tomate concentrado. Unos minutos antes de acabar la cocción se le añade un vaso de leche de coco, que le da una suavidad inigualable.
Las berenjenas de la foto que antecede tienen como destino mi heterodoxa versión de la mussaka, asadas al horno y mezcladas en un pisto con pollo picado y salteado, salsa de tomate, pimiento, cebolla y cuantas verduras ronden por la nevera, para acabar con el conjunto rociado de nata ligera y parmesano rallado y doradito al horno.
Claro que, si como hace un par de noches, se tiene prisa, puede salirse admirablemente del paso con unos pimientos verdes fritos lentamente en poco aceite -por lo del engorde- acompañados de unos huevos rotos. Para mojar pan y no parar, si no fuera porque mi saturnina disciplina me impide culminar el yantar con tales regocijos plagados de hidratos de carbono.
Ni que decir tiene que, en todos estos casos y otros que me callo para no hacer palidecer de envidia a los lectores, el veraniego banquete comienza, bien con un gazpacho fresquito, bien con una ensalada de tomate y pepino u otros interesantes vegetales de temporada.
Y ya me despido, sin más dilación, rumbo a la cocina.
¡Buen provecho para todos, mis pacientes y apreciados fellows!

viernes, 12 de agosto de 2016

jueves, 11 de agosto de 2016

Vínculos

Es nuestra forma mental la que nos hace percibir un mundo de objetos. Pero igualmente podríamos ver vínculos.
Están por todas partes. Todo interpenetrándolo todo, todo el tiempo.
La realidad es, evidentemente, vincular.

Derechos

Siempre he sentido que el ego también tiene sus derechos.
No todos. Ni siquiera muchos.
Pero algunos, sí.

miércoles, 13 de julio de 2016

Error

Me equivoqué al referirme a Giegerich y Carutti como habitantes del mismo mundo.
Giegerich es un de constructor. Carutti, un constructor. Cabe que ambos oficios sean necesarios, pero no pueden ser más diferentes.

lunes, 11 de julio de 2016

Habitantes del mismo mundo

Hay una suerte de hermandad profunda entre el pensamiento de Giegerich y el de Carutti. Ambos son, en el sentido más estricto, coetáneos. Habitantes del mismo mundo.

Sólo al que tiene

En materia de alma ( y en otras) sólo al que tiene le será dado.

Epifanías interruptus

Toda vez que el alma se manifiesta (a sí misma) el ego intenta apropiársela, impidiendo así su epifanía.
Ese ego condenado a morir, digno, también, de compasión. Y de consideración, por cierto.
El ego tiene, también, sus derechos.

Sin consuelo

El alma, en tanto que órgano de la verdad ( Giegerich dixit), exige, por pura honestidad ( intelectual y de la otra), despojarse de todo consuelo mistico-mitico-jipijapi para quedarse en bolas totales frente a nuestra propia animalidad-insignificancia-irrelevancia.
A ver, irremisiblemente, somos monos. Y, además, nos vamos a morir. Del todo y para siempre.
Y, sin embargo...

domingo, 10 de julio de 2016

Noche en el bosque

Noche en el bosque. Entre las ramas bajas del borde del camino, la magia pequeña de una luciérnaga. En el cielo, una luna afilada, conjunta a Venus, suspendida sobre el horizonte del oeste. Pálidas estrellas ocupando lentamente su lugar.

miércoles, 6 de julio de 2016

Jung anciano

Me gustan las fotografías de Jung anciano. A la vez centrado en el adentro y el afuera, en sí mismo y en el mundo. Totalmente humano. Terrenal. Completo. En plenitud.

domingo, 15 de mayo de 2016

Narciso y la Estigia

Narciso muere incapaz de amar. Obsesionado por su propio reflejo.
A tal extremo, dice Ovidio en una imagen terrible, que continúa buscando su rostro incluso en las aguas de la Estigia.
Un final oscuro para el mito que, sin embargo, no carece de un toque de ternura. Las náyades y dríadas, hermanas de Narciso, lloran la muerte del efebo. Y, cuando van a buscar su cuerpo para llevarlo a la pira, encuentran que éste se ha transformado en una hermosa flor de color szafrán, de corola rodeada por pétalos blancos.
Algo florece, finalmente.
Tal vez, un poco de esperanza.

Dieter Baumann

(En una pausa del seminario)

Si pienso en Dieter Baumann, me vienen palabras como "refinado", " sutil", "sin ego", "transparente". Fiel a sí mismo. Fiel al Sí mismo.

Dieter Baumann y el mito de Pigmalión

Pigmalión es un hombre que no respeta a Venus.
Le decepciona la mujer tal como es.
Prefiere retirarse y esculpir una estatua de oro y marfil según su fantasía.
Y enamorarse de esa imagen creada por él, en lugar de una mujer real.

Dieter Baumann y el mito de Narciso

Notas tomadas a vuela pluma de algunos comentarios de Dieter Baumann sobre el mito de Narciso.


Narciso es fruto de una violación. Su padre, dios del río Cefiso, forzó a su madre, la ninfa Liriope, también deidad de un arroyo. Es, pues, hijo de las aguas, y esa naturaleza "líquida" está en la base de su debilidad. Se niega a "solidificarse". Niega la entrega al amor, porque quiere permanecer "líquido",  con todas las posibilidades siempre abiertas.

Esa naturaleza de corriente de agua, que toma siempre el curso de menor resistencia, impide a Narciso escapar a su destino. Jung remarca muchas veces que el trabajo alquímica es un Opus contra natura. Todo lo contrario a dejarse llevar por la gravedad.

Narciso es casi un adolescente, de belleza aún tierna por fuera, pero esa belleza esconde un duro orgullo interior que se niega a dejarse tocar. Cerrado al vínculo con el otro. Pero uno aprende a conocerse a sí mismo a través del contacto.

No es buena una introversión desmedida, porque la no apertura al otro impide conocer de uno mismo más que lo que ya se sabe. Sin el otro, nada nuevo puede entrar en la conciencia, y la autorreflexión limitada a la propia mirada se convierte en un círculo vicioso, porque se ve solamente lo que se conoce.

Cuando la ninfa Eco lo ve y se enamora de él, Narciso está cazando a un ciervo con su red.
Para Jung, el ciervo es uno de los símbolos del Self. En Alquimis se habla del Ciervo Fugitivo refiriéndose a la cualidad de inaprehensible del misterio viviente, que puede experimentarse, pero no poseerse. Que, en el momento en que se cree tenerlo, ya ha desaparecido. Pero Narciso caza el ciervo en su red. Abriga la ilusión de atrapar el misterio viviente en una red de conceptos.
En ese momento, Eco ve a Narciso y lo ama. Eco tiene un cuerpo. Existe la posibilidad de una reflexión con amor que llegue a "corporalizar" la experiencia del misterio. Pero Narciso rechaza el amor, y, con él, la experiencia viviente.

Narciso no quiere amar. Rechaza el amor de Eco para no ver la reacción del otro a su propio ser. Se encuentra frente a su propio rostro de forma estéril, y muere por infatuación, por inflación..

En el Roman de la Rose la historia de Narciso es una advertencia, que significa que rechazar abrirse al amor puede conducir a la locura mortal del autorreflejo.

















lunes, 9 de mayo de 2016

Algo que le sucede al mundo

Me gusta ser (Jordi Sapes dixit) "algo que le sucede al mundo". Como una ráfaga de viento que viene y pasa. Como la muda presencia de una roca. Como las nubes de un gris difuminado que hoy cubren la ciudad. Me gusta ser tan gentilmente des-centrada, tan colocada, con firme suavidad, en una descansada periferia de mi vida, de toda vida, de todo mundo en cuyo vaporoso, indefinido ser, apenas me mantengo como pequeña turbulencia, provisional, cambiante, inmersa en esa danza universal que todo lo es y lo contiene. Me gusta despojarme de tanto peso, elección, responsabilidad, orgullo, finalmente, de criatura bajita que se da importancia, como si algo de ella dependiera, como si fuera algo distinto de todo lo demás. Me gusta dar un cariñoso golpecito, y mandar a su sitio, a esa Amelia que cree que es Amelia, nada menos, la pobre mía, como si ser Amelia fuera algo.

Tiempo de aguacero en la ciudad del sol

En la ciudad acostumbrada al sol,
lluvia.
Y un tiempo hermosamente gris.

("Agua de mayo, crece el pelo", cantábamos de niñas).

domingo, 1 de mayo de 2016

Primero de mayo

Entre el tomillo en flor, una serpiente aletargada, en la mañana de un mayo vestido de invernada.
Rumor de viento en la arboleda.
Frío.


lunes, 18 de abril de 2016

domingo, 17 de abril de 2016

El zorro

Estaba parado al borde del camino, y echó a correr cuando vio acercarse el coche. Pero sólo para detenerse unas decenas de metros más allá y quedarse mirando, magnífico en su perfil agudo, en sus ojos brillantes, en la entera belleza de su ser. Y allí se estuvo por varios minutos, ofrecido a la admiración humana, hasta que, esta vez sí, emprendió una larga carrera para perderse en el boscaje.
Ahora permanece, erguido y sin miedo, para siempre, en un espacio de mi paisaje interior, junto a la gineta, los machos. cabríos, las rapaces de vuelo lento o los jabalíes apenas vislumbrados. La hermosa, hermosa vida salvaje del bosque de mi corazón.

sábado, 9 de abril de 2016

Abril

Caminando de vuelta, he buscado en el cielo de la tarde la luna joven, helada y grácil, apenas dibujada sobre el horizonte rojo del oeste. En los campos, naranjos cargados de azahar, y en los árboles de mi calle, una algarabía de pájaros celebrando el crepúsculo.
Antes de entrar en casa, me quedo detenida en la terraza, mirando llegar la noche y hacerse más y más brillante la hoz lunar.

viernes, 1 de abril de 2016

Tiempo de expresión

Siento, en cambio, llegado el tiempo de la expresión a otro nivel. De expresar lo aprendido, lo vivido, lo que me ha ido constituyendo. Y, por alguna razón, me encuentran, sin buscarlas, ocasiones para que suceda. A propósito de temas muy diversos -el tema es lo de menos-. En esencia, siempre hablo de lo mismo -o, más bien, desde lo mismo-. De eso que lo permea todo. De eso que no sé bien lo que es.

Nada que decir

La razón por la que apenas escribo últimamente, es el tránsito por un paisaje a la vez cotidiano y colmado de silencio.
Un paisaje en cuyo despliegue puedo reconocerme, pero del que no tengo nada que decir.

sábado, 26 de marzo de 2016

Sólo es

Algún día será " yo era Amelia, y ahora no soy".
Algún día será "sólo es".
Todos los días son " yo era Amelia y ahora no soy".
Todos los días sólo es.

domingo, 20 de marzo de 2016

Tandavando mis cosas

Tandavar en el bosque, a la música sola del viento y el canto de los pájaros y el crujir de las hojas y el silencio. Dejar que el cuerpo ondule, que se meza libre, sueltas todas las riendas de la voluntad y el propósito. Ser una forma más en el concierto de las formas, en el flujo armonioso y caótico del mundo, en la belleza y el terror de la soledad.

lunes, 7 de marzo de 2016

De alma, sombra, perdón y libertad.

La sombra necesita venganza, luego cadenas.
El alma -que la incluye- necesita libertad.
La única vía posible a la libertad, es el perdón. A uno mismo. Al otro. A la vida. A Dios.
El perdón no depende de un acto de voluntad.
El misterio reconcilia lo imposible.
En el misterio de la espera.

sábado, 5 de marzo de 2016

De fuerza, fragilidad y frío

Recorriendo los caminos del bosque, entre el frío marceño y la fragancia de la tierra mojada, aún se encuentran manchas blancas de nieve rezagadas en las umbrías.
E, invictas, más fuertes que el invierno, las ramas florecidas de los almendros, agitadas por un viento helado, impotente ante su fragilidad.

lunes, 29 de febrero de 2016

La Bestia en nuestro laberinto

Minotauro, Mr. Hyde, la Bestia, la Bruja Pato... Mil nombres para el primitivo, infantil, desinhibido, magnífico animal, vibrante de vitalidad, que habita en el centro de nuestro laberinto psíquico. Un ser absolutamente autocentrado que del mundo no ve más que el "para mì".
No voy a discutir si se puede, o no, llamar " maldad" a eso que motiva su hacer. Sí intuyo que se mueve -nos mueve- por miedo, necesidad, placer y deseo. Los suyos.
Veo también su -nuestra- mecanicidad, y me invade un inmenso respeto por el genio de Freud, y su grandiosa concepción de la perpetua lucha entre Id y Superyo, mediada por un ego que necesita ser fuerte, para no sucumbir a uno u otro contendientes, a los que más vale no dejar enteramente sueltos a su arbitrio.
La pregunta es si, fuera de ese juego hobbesiano de fuerzas en conflicto -perfectamente mecánico- hay en nosotros algo más.
Sí hay, yendo más lejos, un nosotros.

(No se me escapa, por otra parte, la existencia de niveles de sombra más profundos, tenebrosos y colectivos, a los que resulta difícil acercarse con la consciencia, aunque las consecuencias de ese existir son manifiestas en ciertos aspectos tanto del mundo natural como del humano. Pero eso es motivo de otra reflexión).

sábado, 27 de febrero de 2016

Un mundo gris invierno

Salgo, después de varios días de fiebre, a un mundo pintado del color del frío. El cielo, la ciudad y los campos visten de gris invierno, un invierno que esperaba, escondido en la periferia del otoño interminable, la ocasión propicia para mostrarse en todo su poder.
Viento. Viento que me arremolina el pelo y hace ondear el chal en que me envuelvo.
Todavía un poco mareada y débil, bebo largos tragos de frío, y camino entre corros de hojas secas y vuelos torpes de pájaros urbanos, sorprendidos, como nosotros, por el brusco final de la tibieza.

martes, 2 de febrero de 2016

domingo, 31 de enero de 2016

Un hombre hermoso

Miré al anciano tendido en su cama, erizado de cables y sensores, pequeño y frágil en medio del ajetreo de la UCI.
 Estaba, me confesó, preocupado. Incluso un poco asustado. Y tenía ganas, o tal vez necesidad de hablar. Poco a poco, casi sin darse cuenta, me contó su vida. Había tenido que luchar mucho para sacar adelante y dar carrera universitaria a tres hijos, con su profesión de pescadero de barrio, además de cuidar bastantes años a su mujer, siempre enfermiza, que lo había dejado viudo pronto, víctima de un cáncer. Ahora, ya jubilado, estaba por fin tranquilo y a gusto, porque tenía unos buenos hijos, y unos nietos preciosos. Y me señalaba, lleno de orgullo, las fotografías familiares, fijadas en la pared con esparadrapo. Pero el inoportuno infarto había venido a interrumpir su bien ganado descanso, y nadie, ni los médicos siquiera, sabía si su corazón le iba a dar un tiempo más de tregua o si, por el contrario, todo iba a terminar en aquella cama de hospital, con el repentino pitido largo del monitor al que estaba conectado. Lo explicaba con un realismo sin alharacas, exento por completo de queja o autocompasión.
Era un hombre sencillo, muy sencillo, y totalmente ignorante del aura de belleza, de integridad, de luminosa humanidad que lo rodeaba. Yo lo miraba como se mira algo noble y grande, con el respeto que me invade tantas veces ante el temple, la dignidad, el callado heroísmo con el que tantos hombres y mujeres se enfrentan a la vida y a la muerte, a la pérdida y la tragedia, asumiendo lo inasumible, haciendo lo que tienen que hacer, en sencillez y gracia y humildad.
No sé, cuando esto escribo, qué ha sido del anciano y de su castigado corazón. No sé si, cuando vuelva mañana al hospital, voy a encontrarlo fuera de peligro o si, por el contrario, su cama estará ocupada por otro paciente y se habrá terminado para siempre esa única, particular manera de estar en esta vida. Pero ese hombre hermoso y simple se ha ganado para siempre mi corazón y mi gratitud y un hueco en mi memoria. Por la generosidad de su vida. Por su honradez ante el miedo y el peligro. Por la verdad de sus palabras y sus hechos. Por su legado de hombría de bien.
Y es una de las recompensas, tal vez la mayor, de una profesión tan dura, esta posibilidad de asomarse al espíritu humano en los momentos límite del ciclo vital.
Y contemplar, maravillada casi siempre.

martes, 19 de enero de 2016

¿Y tú qué sabes?

-Porque no hay dioses -dijo la oscura sombra del sueño.
Y ella se revolvió airada y, azotándolo con su pañuelo, replicó: -¿Y tú qué sabes?

lunes, 11 de enero de 2016

Deo concedente

Un largo período de serenidad. De sencillez. De "caminar en belleza."
La vida que quiero.
Deo concedente.

miércoles, 6 de enero de 2016

Carutti: Inteligencia planetaria

Wilber es secuencial. Carutti es vincular. En su visión del mundo coexisten y se armonizan múltiples dimensiones. 
Su libro "Inteligencia planetaria" es un auténtico instrumento de ordenamiento y ampliación de conciencias. 
A la vez da forma a lo oscuramente intuido, y posibilita la entrada a nuevos espacios.

viernes, 1 de enero de 2016

Luna en Virgo

Pasada la medianoche, el horizonte Oeste se incendió de rojo, hasta el punto de asustarme pensando que había fuego en algún lugar de las montañas. Pero era la Luna menguante en Virgo, levantándose, inmensa, sobre los bosques, sobre la vida, sobre los infinitos paisajes de mi alma.

Medianoche

Medianoche en el bosque
(Copyright: Amelia de Sola

Medianoche en el Bosque. Arriba, estrellas.