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lunes, 18 de abril de 2016

domingo, 17 de abril de 2016

El zorro

Estaba parado al borde del camino, y echó a correr cuando vio acercarse el coche. Pero sólo para detenerse unas decenas de metros más allá y quedarse mirando, magnífico en su perfil agudo, en sus ojos brillantes, en la entera belleza de su ser. Y allí se estuvo por varios minutos, ofrecido a la admiración humana, hasta que, esta vez sí, emprendió una larga carrera para perderse en el boscaje.
Ahora permanece, erguido y sin miedo, para siempre, en un espacio de mi paisaje interior, junto a la gineta, los machos. cabríos, las rapaces de vuelo lento o los jabalíes apenas vislumbrados. La hermosa, hermosa vida salvaje del bosque de mi corazón.

sábado, 9 de abril de 2016

Abril

Caminando de vuelta, he buscado en el cielo de la tarde la luna joven, helada y grácil, apenas dibujada sobre el horizonte rojo del oeste. En los campos, naranjos cargados de azahar, y en los árboles de mi calle, una algarabía de pájaros celebrando el crepúsculo.
Antes de entrar en casa, me quedo detenida en la terraza, mirando llegar la noche y hacerse más y más brillante la hoz lunar.

viernes, 1 de abril de 2016

Tiempo de expresión

Siento, en cambio, llegado el tiempo de la expresión a otro nivel. De expresar lo aprendido, lo vivido, lo que me ha ido constituyendo. Y, por alguna razón, me encuentran, sin buscarlas, ocasiones para que suceda. A propósito de temas muy diversos -el tema es lo de menos-. En esencia, siempre hablo de lo mismo -o, más bien, desde lo mismo-. De eso que lo permea todo. De eso que no sé bien lo que es.

Nada que decir

La razón por la que apenas escribo últimamente, es el tránsito por un paisaje a la vez cotidiano y colmado de silencio.
Un paisaje en cuyo despliegue puedo reconocerme, pero del que no tengo nada que decir.