Fuego interior

 "Video flagare omnia res"

Carmina burana

(Todas las cosas apuntan más allá de sí mismas...)

Huesos: un recuerdo

 12 de octubre de 2017

Mueren los animales tan sencillo, dejándose caer en un abrigo y esperando sin más. 

Llegan luego los elementos y los buitres, y ruedan al final los huesos blancos ladera abajo, limpios y mondos, hasta cualquier sitio. 

Tan sencillo, tan simple todo. Un puñado de huesos en mitad del campo.

De horizonte a horizonte

 De horizonte a horizonte, en el crepúsculo, Venus y Júpiter. Cada uno en un extremo del cielo.

Fractal

 Es hermoso saber que soy un fractal del Universo, de los cielos, del planeta...

Conocer mi lugar en el mundo.

Sentarnos a hablar

 Un aprendizaje necesario: sentarnos a hablar.

Poner cada cual lo mejor de sí mismo.

Escuchar al otro.

Valorar lo que dice.

Estar dispuestos a cambiar.

Para construir el mundo que viene.

Para la vida

 En general, y aunque con algunas excepciones, cada vez siento más la crítica y la denuncia como pérdidas de energía.

Necesitamos poner la atención en otra cosa.

Creación, aporte, cuidado, belleza, futuro....

Responsabilidad.

Para la vida.

Un aporte pequeño

 Puedo comprender un mundo predatorio, porque conozco al depredador que camina por el fondo de los bosques de mi psique.

Puedo reconocer la tentación del sálvese quien pueda, porque conozco al individualista despiadado que también me habita.

Que habitan a toda psique y a todo ser humano.

Pero conocerlos no significa darles las riendas de la vida.

Porque también nos constituyen otras fuerzas

Y quiero ser capaz de imaginar un mundo de calor, de ternura, de responsabilidad y cuidados.

Quiero aportar a ese mundo mi pequeño óbolo de creatividad y construcción.

Y me niego a ceder a la desesperanza ante la aparente insignificancia de ese aporte.

En el océano de sufrimiento de todos los seres sintientes...

En la infinita necesidad de este tiempo nuestro...

Séanos dado conocer la paz.

La integridad perdida

 De niña no necesitaba belleza.

Las cosas eran como eran, en absoluta autoevidencia y sin juicio. 

Ahora... Ahora hay un hambre del alma que sólo la belleza puede calmar... a medias.

En espera, sin demasiada esperanza, de la arribada a una renovada inocencia.

Del retorno a la integridad pérdida.

La profundidad del mundo

 Montañas, riscos, valles... Tierra. Tierra cubierta de bosques infinitos.

Me adentro con la imaginación en la espesura, sabiendo, sintiendo que cada árbol, cada planta, cada animal grande o pequeño, es un sujeto por derecho propio, viviendo su vida, siguiendo su propósito, ocupándose de sus asuntos como yo lo hago.

Y el mundo, de repente, aparece como vibrante de sentido, un radiante concierto de entidades a la vez enlazadas y autónomas, conjuntas y centradas cada cual en su propio ser.

Y me siento una más con todas ellas, final, benditamente expulsada del ombligo del mundo, de la pesadilla narcisista de único sujeto de un afuera convertido en objeto para mí.

Hasta que, sin transición, como de pronto se invierten fondo y forma en las figuras gestalt, me invade el pensamiento de que las montañas, en su majestad, no son sino estratos de roca plegados y quebrados por una geología ciega, que los bosques inmensos y las criaturas que los habitan,  son simples productos de una evolución sin dirección, y que yo misma, que contemplo todo esto, tengo mi ser en uno entre incontables millones de accidentes surgido por azar. 

Y ambas visiones demandan atención y espacio a mi corazón y a mi cerebro, y ambas, por momentos, me tironean de un lado para otro, o bien, en un relámpago, me ofrecen la intuición de una síntesis que a las dos necesita para superarlas, del mismo modo que la visión distinta de ambos ojos se integra en la percepción de la profundidad.

La  inabarcable profundidad del mundo.

Frágiles

 Todo ese discurso tan mainstream sobre aprender a hacerse cargo de uno mismo y no depender nunca de nadie, se estrella contra nuestra fragilidad.

Somos animales de manada.

Aterrorizada

 Tanta muerte...

Complementación

 ¿Me confirma el mundo?

No. Me complementa.

Eso que está ahí...

Nos guste o no nos guste, lo queramos o no, mientras -de forma consciente o inconsciente- lo necesitemos, eso que está ahí permanecerá en nuestra vida, bajo una u otra apariencia.

Y, cuando dejemos de necesitarlo, desaparecerá... igualmente nos guste o no nos guste, lo queramos o no...

(Y esto es tan válido para los individuos como para las colectividades.)

Obrar y conocer (nos)

 "Obrar es pecar", decía Agustín de Hipona. 

Y es cierto, porque en nuestro obrar queda reflejada la limitacion que aquí y ahora nos constituye y que no quisimos o no pudimos ver antes de la acción. Y es que nuestro hacer nos revela. Revela sin misericordia aspectos de nuestro pequeño ser y nuestra oculta intención.

 De ahí su necesidad. 

Por sus obras los conoceréis, dice el libro sagrado. Pero más importante aún: por tus obras te conocerás. O te irás conociendo, en un proceso sin final.

Y ante esos hijos nuestros, hijos de nuestro anhelo y nuestra limitación, podemos, como Urano, renegar de ellos e intentar volver a enterrarlos en la profundidad inconsciente de donde emergieron, o bien aceptarlos como lo que son -como lo que somos o vamos siendo- y seguir viviendo y dejarlos vivir, asumiendo el conocimiento y el dolor que traen.

Y sus consecuencias.

Desaprender

 A estas alturas de la vida, la única respuesta que tengo para (casi) todo lo que de verdad me importa, es "no lo sé". He desarrollado, sin embargo, cierto instinto para reconocer todos los intentos de respuesta que no son. O que ya no son. O que ya no son, al menos, para mí. Así, con el paso implacable de los años, más que aprender, desaprendo, y me voy desnudando por dentro poco a poco, hoja a hoja, esperanza a esperanza, miedo a miedo...