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jueves, 30 de noviembre de 2017

Donde todas las cosas se bastan a sí mismas

Amo el momento diario de la vuelta a casa, conduciendo despacio por las pistas que atraviesan los bosques. Mujer y máquina en una sinergia potente, un animal compuesto, lleno de fuerza y equilibrio, deslizándose, como cualquier otro animal, por las sendas ocultas en la espesura.
Amo esta vida tan sencilla y pura, tan profunda en sus gestos, en cada acción precisa y cotidiana.
Amo este tiempo casi inmóvil, tan lleno y tan vacío, tan fácil de vivir sólo dejándose llevar por el momento.
Donde todas las cosas se bastan a sí mismas.

Padre Sol

Y arriba, más allá del azul, el Padre Sol, vertiendo su energía sobre el mundo.

Árboles

Miro los árboles.
Miro los bosques infinitos que se extienden, cubriendo las laderas.
Pero ellos, los árboles, cada uno de ellos, es un ser en sí mismo. Uno que que, como yo, nació, se está en su tiempo y morirá. Un hijo de la Madre que nos  tiene a todos. Un miembro silencioso del pueblo de la vida.

Sobre la tierra y bajo el cielo

Es una antena, el cuerpo. Una antena y una mano tendida. Un órgano de captación y relación. Un recipiente de dolor y de éxtasis, conectado con todo, vibrando, sintiendo, compartiendo con todo, siendo parte de todo, de la red infinita, continua e indivisa, de todas las criaturas y las cosas.

martes, 28 de noviembre de 2017

On the road

Conducir de madrugada por la carretera desierta, con la luna bruja entre nubes plateando los campos helados.
Soledad. Silencio dentro y fuera y, por momentos, ráfagas de un miedo sobrenatural, de pura infancia. A la oscuridad. A las sombras informes que aparecen y se esfuman al albur de los faros. A la noche de invierno, intemporal y eterna.
Dos grados bajo cero, dice el termómetro del coche.
En la distancia, las lucecitas tímidas del pueblo, que al fin se acerca.

martes, 21 de noviembre de 2017

Nada

Nada.
Ni una onda
en el lago
de la espera
(lentamente
la muerte
va llegando)

Nada que hacer.
En el silencio,
la perla
de la muerte
(hay una espera
cada vez más profunda)

Amelia de Sola:
Historias del hospital.

domingo, 12 de noviembre de 2017

Una vez soñé con un bosque

UNA VEZ SOÑÉ CON UN BOSQUE
(la magia de la materialización)

Una vez soñé con un bosque.
Una vez soñé con un lugar salvaje y vivo, fiero y profundo y verdadero.
Una vez soñé con un lugar de soledad y fuerza, y el sueño se hizo grande y adquirió potencia, hasta que el bosque tomó forma en el "afuera", y allí nos encontramos y reconocimos.
Una vez soñé con un refugio en el lindero. Un refugio pequeño, de madera y barro, donde vivir y trabajar y hacer cosas hermosas con la mano y la palabra. Una burbuja cálida alrededor del fuego madre, sobre la tierra y bajo las estrellas.
Y hubo tiempo y esfuerzo, paciencia y lento confluir de gente y de materia . Y poco a poco va tomando forma, allí, sólido y resguardado, a la sombra del bosque.
Nunca como este tiempo he vivido, estoy viviendo día a día en consciencia el mágico proceso de materializar. La magia cotidiana por la que tiempo, recursos, voluntad y trabajo sacan "afuera" lo nacido "dentro", o tal vez simplemente ponen de manifiesto que no hay más realidad ni más espacio que solamente uno.
Hay la creación. Hay lo soñado y aquello que se gesta y se alumbra con tiempo y con esfuerzo.
Hay un bosque profundo y una casita creciendo en el lindero.
Hay un alma que abarca y que comprende la ilusión del adentro y el afuera, el sueño y el trabajo.
Hay un mundo plantado en el silencio.


domingo, 5 de noviembre de 2017

Ese silencio

Tenía que llegar
ese momento
en el que nada ocurre.

Tenía que llegar
ese silencio...

(Amelia de Sola)