El instinto de construir. Madrigueras, nidos, casas... Partiendo del mismo instinto, del mismo arquetipo profundo. Insectos, aves, mamíferos, seres humanos... Hermanados en esa necesidad de cobijo, reproducción y cuidado. De vida y continuidad y calidez.
jueves, 24 de diciembre de 2020
jueves, 5 de noviembre de 2020
Lo que el día trae
Sin demasiado
que decir
y ya cerrado
el tiempo del hacer,
suelo sentarme
a orillas
de la vida,
sin otra
pretensión
que contemplar
lo que trae
a mi playa
la corriente
del día.
(Amelia de Sola)
martes, 20 de octubre de 2020
El lugar del no-saber
Mi alma no quiere vivir en la creencia.
Si no puedo acceder a reconocer la verdad, mi lugar es el no-saber.
lunes, 19 de octubre de 2020
Del no-saber
No sé nada de Dios.
En realidad, apenas puedo decir que sepa algo del mundo de las cosas, ese que se ve y se palpa, que huele, que suena, que duele... que duele, sobre todo.
Y su belleza. La terrible belleza del mundo, amasada de forma inextricable con dolor, miedo, necesidad y muerte.
El dolor animal, callado y puro, de una profundidad inmensa e inocente, en lo que podemos comprender de los que nos son más cercanos, pero frío, lejano y espantable en insectos, reptiles, criaturas abisales... seres difíciles de amar por tan aterradoramente diferentes.
Horripila la manera de vivir, copular, alimentarse y morir de arañas, sierpes, avispas o peces ciegos del fondo de los mares.
Hay una forma de mirar que dibuja un mundo-gusanera de seres que brotan, copulan,se devoran y mueren en un magma sangriento y dolorido, sin más sentido que autoperpetuarse ciegamente, hasta que, no se sabe cuándo, lleguen a su final los tiempos y algo indeterminado acabe de una vez con tanta obscenidad.
Y los seres humanos, sumergidos, como todos los otros, en esa pulpa estremecida, apenas son capaces de levantar un poco la cabeza y mirar a lo alto, buscando, para no enloquecer, una brizna pérdida de certeza, dirección o cordura, algo que justifique seguir viviendo un día y otro, y finalmente descubrir o soñar o crear un Dios a la medida humana, que vaya más allá de la crueldad o del horror y de la fría indiferencia.
Y al mirar hacia arriba, el fuego blanco y duro de las estrellas atraviesa el alma, y entonces... entonces aparece algo que se asemeja a una esperanza fiera, desnuda y despojada de todo lo que no es ella misma.
Y, aunque sin Dios y sin saber ni sentido, se puede seguir viviendo un día más.
domingo, 18 de octubre de 2020
La caza
Ladridos. Ladridos rompiendo en pedazos la calma del anochecer.
La escena era difícil de soportar. Una jauría de perros asilvestrados tratando de dar caza a un gran macho cabrío.
El animal, acorralado junto al muro de piedra, se defendía con las astas de unos enemigos más ágiles y numerosos, jadeando de miedo, adrenalina y agotamiento.
No pude evitar tomar partido, e intervine gritando, agitando los brazos y tratando de espantar a los cazadores, que finalmente desistieron, abandonaron la batalla y se internaron, corriendo, en la arboleda.
Notaba cómo me latía el corazón con fuerza, conmocionada entre el terror y la maravilla, el salvajismo y la belleza, el hambre, la caza, la muerte y el misterio.
Mucho tiempo después, ya casi invisible en la noche que se cerraba, el macho cabrio continuaba junto al muro, tal vez herido, tal vez, sencillamente, descansando.
Probablemente nunca sabré de su destino.
viernes, 2 de octubre de 2020
Unificando fuerzas
Llorar todos juntos a nuestros muertos... y sentarnos a colaborar.
Aportar y poner la fuerza en una misma dirección. Tal vez sea eso lo que podemos aprender de China, sin renunciar por ello a nuestros propios valores. Integrándolo de un modo creativo.
La experiencia de esta pandemia, al menos en España, y por lo que puedo ver, también en otros lugares, lleva a pensar que la "forma" gobierno-oposición, basada en la crítica como sistema, sencillamente no funciona para dar respuesta a problemas que son de todos. Dilapida fuerza, talento voluntad, dispersándolos en confrontaciones sin sentido. Y eso no necesariamente por mala voluntad, sino por la acción de forma del sistema.
¿Seremos capaces de construir otra "forma" que lleve a una colaboración madura, sin por eso regresar a formas dictatoriales o caudillistas?
Porque, si no lo conseguimos, si no conseguimos ese salto de madurez, el futuro se presenta negro.
En realidad, el proceso de generar esa -esas- nueva forma, sería sincrónico a esa maduración, que tendría manifestaciones en todos los ámbitos, tanto personales como colectivos.
Esto, si miramos alrededorpuede parecer de un optimismo ingenuo, pero tengo la sensación de que en estos momentos la madurez de los pueblos sobrepasa ampliamente las "formas" que los constriñen, y que se está produciendo una demanda, no de grandes revoluciones utópicas, sino de formas colaborativas que den respuestas reales y eficaces a los problemas y necesidades de este tiempo y el tiempo que viene.
miércoles, 9 de septiembre de 2020
Despedida
Escribí este pequeño poema hace tres años, para la despedida de un compañero.
Expresa muy bien lo que sentí yo también el último día.
Una compleja, contradictoria maraña de sentimientos...
viernes, 4 de septiembre de 2020
martes, 21 de julio de 2020
El.Cristo
Porque cuando el Cristo aparece solo puede quedar amor.
Todo lo demás cae y desaparece, como las hojas secas del árbol.
lunes, 20 de julio de 2020
Mamífero
¿Tengo que tragarme esta... monstruosidad y además contemplarla con desapego? ¿Mientras la gente enferma, muere, pierde su medio de vida, sufre y se desespera?
¿Mientras día tras día temo por los que amo?
¿Desapego? ¿Cuándo, en el nombre de Dios, se vio un mamífero desapegado?
Me niego a no mirar de frente lo que hay.
Miedo. Y apego. Y un amor profundo. Profundamente... herido.
El fin de un mundo
No sé lo que vamos a hacer ahora.
Ojalá seamos capaces de la sensatez y la solidaridad suficientes como para organizarnos de otra manera más humana y racional, aunque la verdad es que no tengo demasiadas esperanzas al respecto.
Pero, incluso en el -improbable- mejor de los casos, nos espera un tiempo durísimo.
A todos.
miércoles, 15 de julio de 2020
Misterios
Por cierto que, después de tantos años, he perdido toda esperanza de acercarme a la resolución de cualquiera de estos misterios.
Un verano lluvioso
En la calma infinita de un eterno estío.
domingo, 28 de junio de 2020
Hambre de piel
Me pregunto cuándo podremos volver a abrazarnos.
A saciar este hambre de piel...
Hacia el Oeste
A.S.
jueves, 25 de junio de 2020
La risa de Dios (en tiempos de pandemia)
La toma de conciencia, pues, de grado o por fuerza, de nuestra unidad con todo lo demás. Sin una pizca de misticismo newagero. De la manera más terrestre y literal.
Poniendo de relieve la rotunda, incontestable verdad del viejo dicho: "Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes."
sábado, 23 de mayo de 2020
Ser la que soy
Un pequeño gran descubrimiento.
Un pequeño gran presente de la oscuridad.
domingo, 10 de mayo de 2020
Saturno o la limitación
Y porque en mí está acentuada su percepción.
Como tu madre.
De hasta qué punto actúas como tu madre.
jueves, 7 de mayo de 2020
Vesak 2020
E inmediatamente me hago consciente de que también en mi cuerpo y en mi psique ocurren cosas que son las que tienen que suceder. Las que corresponden a este cuerpo y está psique, y que lo mismo es válido para el Buda y para todos los seres que han sido, son y serán.
Paz, por tanto. Nada que hacer ni a lo que aspirar.
Todo está bien.
Todo es exactamente como es.
¿Quién se da cuenta?
(Pregunta: ¿ Y quién o qué se da cuenta de eso?)
martes, 21 de abril de 2020
Cosas de la Sombra
Cosas de la Sombra...
lunes, 20 de abril de 2020
sábado, 18 de abril de 2020
Un pequeño poema
Una mirada de ternura
sobre nuestro mundo
No de resignación
De amor
Contenerlo en los brazos
como a un niño enfermo
Consolar su dolor
Cuidar y alimentar su belleza
Amelia de Sola
miércoles, 15 de abril de 2020
martes, 14 de abril de 2020
Llantos pequeños
Son llantos pequeñitos, de pocas lágrimas, que vienen cuando quieren o cuando, sencillamente, no puedo más.
Porque me abruman los muertos y los muertos y los muertos.
Por la infinita fragilidad de la vida.
Por el océano del dolor humano.
Por ese otro mar helado de la maldad, a veces consciente, a veces banal, pero que siempre, que en cada acometida, traspasa como una flecha envenenada.
Por la preciosísima bondad, sencilla, imperceptible, cotidiana, bendita sea.
Por los que amo, lejanos y dispersos, tan diminutos, tan solos y perdidos en medio de esta... monstruosidad.
Por los abrazos que no sé cuándo daré.
Por el agobio de la responsabilidad.
Por la inhumanidad de casi todo.
Por la impotencia nuestra de cada día.
Por el miedo.
Por mi pequeño miedo personal.
Al dolor.
Al terrible camino de la enfermedad.
Al misterio insondable de la muerte.
A la inconsciencia y a la nada.
A.S.
sábado, 4 de abril de 2020
Un amor animal
Con caminos largos, rodeados de bosques y silencio.
Nada que decir a Dios.
Nada que decir al diablo, ni al Padre Cielo, ni a la Madre Tierra, ni a ningún habitante de ningún mundo que no sea este.
Nada que decir, en realidad.
Caminar por un camino abierto, con el viento en la cara y el verde y el rojo y el azul clavados en el alma.
Caminar con mis vivos y mis muertos en el corazón, sin ningún pensamiento que valga la pena pensar, sin ninguna palabra que venga a manchar el vacío de este caminar ahora y ahora y ahora.
Ahora, que no necesita justificación.
El sacrilegio de cualquier justificación.
Camino por los caminos de mis adentros, sin nada más que caminar sabiendo que todo lo demás está vacío, como yo, como todo eso que parece ser y puede que no sea.
Y grito a ese vacío que no oye la hoguera, la rabia roja de un amor animal, mamífero y caliente por todo aquello que es de roca, de madera, de hoja, de agua inmensa, de carne temblorosa y mortal.
Yo moriré cuando tenga que morir, y todo será como si nunca hubiera sido.
Pero hubo amor, y vida, y júbilo y tristeza, y fuego y ternura y un dolor ardiente.
Y ni todos los dioses ni demonios juntos podrán negar jamás eso que estuvo.
Esa... burbuja de conciencia suspendida una vez en el oscuro seno del vacío.
En la terraza
Veinte pasos y un pedazo de cielo y trinos de pájaros en los árboles de la calle.
Paseo y paseo por los caminos pequeños de mi terraza, por los caminos solos de mis adentros, por el oscuro laberinto del pensamiento.
Tal vez alguna vez...
Tal vez alguna vez se abrirán para todos los caminos del mundo...
martes, 31 de marzo de 2020
Europa: La diosa de las dos caras
Y es Europa una diosa, o en lenguaje más convencional, un arquetipo y una aspiración, una inmensa, sobrehumana concentración de fuerza, de tiempo y camino recorrido, de historia y de mito, de dirección y sentido, de significado y destino... para bien y para mal.
Pero esa diosa bifronte reúne dos maneras de pensar, de sentir y de vivir y querer lo humano, tiene dos almas, o tal vez muchas más. Porque también está la Madre del Este, reina de la profunda estepa, y aún otras a las que hoy no voy a referirme.
Miran a la diosa los pueblos del Sur y encuentran en su mirar a Grecia, a la cuna y la alborada del pensamiento y la razón, a las plazas soleadas de las polis, donde polemizaban los sofistas y Sócrates filosofaba rodeado de oyentes.
La Atenas de la que el orgulloso Pericles
afirmaba ser modelo de pueblos por su gobierno del demos, su valor en la defensa de la libertad, su amor al arte y la belleza y un concepto de la vida que incluía y exaltaba el ocio, el gozo y el placer del cuerpo y del espíritu.
Y ven también a Roma civilizadora madre de leyes y derechos, constructora de los caminos que unen a los pueblos y crisol de culturas, religiones y razas.
Y viñas y olivares y mística y conquista y sol y sangre y mar, y el arte y la poesía más altos, y una forma gozosa de vivir de la que el trabajo es sólo servidor y nunca dueño.
Y luego existe el Norte, sombra de todo lo anterior, moldeado por la dureza del clima y la dureza de su forma de relacionarse con Dios y con la vida.
Ya describió Max Weber de forma magistral la relación entre el capitalismo y una ética protestante que, sobre todo en su versión calvinista, consideraba y considera el trabajo como eje vertebrador de la vida, y al dinero, su fruto, como señal incontestable de la aprobación divina de una existencia honrada, sobria y austera que nada condena más que la holganza y haraganería, justamente castigadas por un Dios implacable con la pobreza y la desgracia cuando llegan los malos tiempos.
No puede, pues, extrañarnos que hombres y mujeres formados en esa cultura continúen mirando al Sur con una mezcla de desaprobación y desprecio, y les parezca no sólo injusto, sino también inmoral enmendar la plana a Dios, o al destino, ayudando a ese Sur dedicado a perder el tiempo en inútiles placeres y que sólo trabaja, creen ellos de buena fe, lo justo para vivir al día.
¿Cómo harán esas Europas, sombra la una de la otra, para comprenderse, aceptarse y aprender aquello que las complementa?
¿Tendrán que vivir primero un proceso de diferenciación y derribo de lo construido, antes de volver a reunirse en una fase de mayor madurez, o será la gravedad de la tragedia común la que las obligue, finalmente, a la toma de conciencia de su común humanidad?
No tengo yo respuesta para eso, pero me gustaría acabar esta pequeña reflexión a vuelapluma con la sabiduría de uno de mis maestros más queridos, Robert A. Johnson, quien afirma que el proceso correcto de dos opuestos no consiste en el triunfo del uno sobre el otro, sino en la maduración que los hace acercarse, valorarse y aprender de eso que no es igual que uno.
Y, como vienen tiempos duros donde, a decir de Silo, otro de mis maestros, van a soplar los vientos del Gran Cambio, tal vez necesitemos de las mejores cualidades de las dos almas de la diosa para, junto con otros pueblos hasta ahora lejanos, cuya potencia asoma por el horizonte de nuestro viejo mundo, construir una forma de vida que nos permita a todos existir y prosperar en armonía con una Tierra castigada que, ella sí, es la Madre común que a todos nos contiene.
Pero, como dijo alguien una vez, esa es otra historia y ha de ser contada en otra parte.
jueves, 26 de marzo de 2020
Confinamiento
¡Qué nostalgia del bosque, de los corzos avistados a lo lejos y las liebres zigzagueando por los caminos!
¡Qué necesidad de montañas, de rocas altas, de rapaces de vuelo lento, de cielos abiertos, de estrellas y estrellas y estrellas!
martes, 3 de marzo de 2020
El don de la herida
Un libro espléndido, de una profundidad inusual. Alejandro Lodi conoce -es portador de- la herida quironiana, y porque la conoce es capaz de guiarnos a la nuestra, a la de cada uno, para, a su luz, acceder a un vislumbre de su don.
Me impresionó, además, reconocer, en la herida que Alejandro expone con generosidad, exactamente la de tantos padres y madres a los que acompaño, como terapeuta en un gran hospital, en el terror y la belleza de su camino.
Una sincronicidad más en este tiempo en que Saturno y Plutón, conjuntos, transitan sobre mi propio Quirón.
domingo, 1 de marzo de 2020
En proceso de homogeneización
De modo que nos esperan tiempos incómodos. Por usar una palabra suave.
Cuanto antes nos homogeneicemos, del todo, mejor.
Mejor para todo el mundo.
De terra i fusta
martes, 25 de febrero de 2020
Y cómo regresar
(y cómo ir regresando, despacio...)
sábado, 8 de febrero de 2020
No juicio
O, mejor, de observación y comprensión sin juicio.
(la autoaceptación aún supone un tipo de acción dirigida a...)
Otra forma de ser mundo
El final de la llegada
miércoles, 1 de enero de 2020
La Puerta del Año
Abajo, la Tierra, arriba, las estrellas.
Y un silencio diamantino que lo contiene todo.
(Año Nuevo 2020)