Complementación

 ¿Me confirma el mundo?

No. Me complementa.

Eso que está ahí...

Nos guste o no nos guste, lo queramos o no, mientras -de forma consciente o inconsciente- lo necesitemos, eso que está ahí permanecerá en nuestra vida, bajo una u otra apariencia.

Y, cuando dejemos de necesitarlo, desaparecerá... igualmente nos guste o no nos guste, lo queramos o no...

(Y esto es tan válido para los individuos como para las colectividades.)

Obrar y conocer (nos)

 "Obrar es pecar", decía Agustín de Hipona. 

Y es cierto, porque en nuestro obrar queda reflejada la limitacion que aquí y ahora nos constituye y que no quisimos o no pudimos ver antes de la acción. Y es que nuestro hacer nos revela. Revela sin misericordia aspectos de nuestro pequeño ser y nuestra oculta intención.

 De ahí su necesidad. 

Por sus obras los conoceréis, dice el libro sagrado. Pero más importante aún: por tus obras te conocerás. O te irás conociendo, en un proceso sin final.

Y ante esos hijos nuestros, hijos de nuestro anhelo y nuestra limitación, podemos, como Urano, renegar de ellos e intentar volver a enterrarlos en la profundidad inconsciente de donde emergieron, o bien aceptarlos como lo que son -como lo que somos o vamos siendo- y seguir viviendo y dejarlos vivir, asumiendo el conocimiento y el dolor que traen.

Y sus consecuencias.

Desaprender

 A estas alturas de la vida, la única respuesta que tengo para (casi) todo lo que de verdad me importa, es "no lo sé". He desarrollado, sin embargo, cierto instinto para reconocer todos los intentos de respuesta que no son. O que ya no son. O que ya no son, al menos, para mí. Así, con el paso implacable de los años, más que aprender, desaprendo, y me voy desnudando por dentro poco a poco, hoja a hoja, esperanza a esperanza, miedo a miedo...