Esta mañana, al salir de casa, dieciséis benditos grados.
Dieciséis benditos grados y el cuerpo que, saturado de calor, absorbía el frío a bocanadas, se bañaba, se empapaba de frío, de retazos de cielo entre nubes, de bendita mañana fresca de casi otoño.
aenlibertad@gmail.com
jueves, 15 de septiembre de 2016
Amores
Entre todos los animales, amo a los lobos.
Y a las águilas.
Y a los grandes simios, hermanos nuestros.
Y me vienen a la mente, sin poder evitarlo, las cabras montesas, los osos, solitarios y libres, los toros de fuerza escondida, los caballos... la vida salvaje, incontaminada, entregada a sí misma... Indomable.
Y a las águilas.
Y a los grandes simios, hermanos nuestros.
Y me vienen a la mente, sin poder evitarlo, las cabras montesas, los osos, solitarios y libres, los toros de fuerza escondida, los caballos... la vida salvaje, incontaminada, entregada a sí misma... Indomable.
Lo que yo soy (o no)
Me llegaba, hace unas horas, vía Fb., una entrada que incitaba a preguntarse si estoy viviendo la vida que me es propia, esa que corresponde a quien soy.
¿Estoy viviendo mi propia vida? De alguna forma, siento que no es esa la pregunta. Porque ¿soy yo mi propia vida? ¿Puedo, en verdad, identificarme con esa Amelia y con esa vida?¿Puedo identificarme con cualquier otra vida, posible o no? ¿Quién, o más bien, qué soy yo? ¿Qué es esa nada que, al parecer, soy, y que vive esta vida como podría vivir otra diferente? Como, quizás, lo hace. ¿Qué es este no ser nada que soy? O que no soy.
Y, a la vez, todo es completamente definido. Definidamente incompleto. Como es. De la única forma que puede ser.
Y, aún más allá, da, en realidad, lo mismo la vida que se viva y quién se sea.
A otro nivel. A todos los niveles.
¿Estoy viviendo mi propia vida? De alguna forma, siento que no es esa la pregunta. Porque ¿soy yo mi propia vida? ¿Puedo, en verdad, identificarme con esa Amelia y con esa vida?¿Puedo identificarme con cualquier otra vida, posible o no? ¿Quién, o más bien, qué soy yo? ¿Qué es esa nada que, al parecer, soy, y que vive esta vida como podría vivir otra diferente? Como, quizás, lo hace. ¿Qué es este no ser nada que soy? O que no soy.
Y, a la vez, todo es completamente definido. Definidamente incompleto. Como es. De la única forma que puede ser.
Y, aún más allá, da, en realidad, lo mismo la vida que se viva y quién se sea.
A otro nivel. A todos los niveles.
Fresco
Finalmente, ha quedado un día ventoso y fresco, de cielo desteñido y nubes que lo mismo tapan que dejan asomar el sol.
Para pasear. Para sentir cómo se agita el pelo y se eriza la piel al toque del aire.
Para renovarse, después de meses de calor y calor. Para sonreír al tiempo que viene.
Para pasear. Para sentir cómo se agita el pelo y se eriza la piel al toque del aire.
Para renovarse, después de meses de calor y calor. Para sonreír al tiempo que viene.
Proto-otoño
Increíblemente, hacía frío.
Hacía frío esta mañana tras-tormenta, y en el suelo quedaban aún algunos charcos, y las hojas y ramitas arrancadas por el aguacero de ayer se amontonaban en los márgenes de las aceras. Un airecillo limpio atravesaba la ciudad y el cielo, y te cruzabas con gente casi sonriente, camino del trabajo, casi contenta, a la que se adivinaba un poco encogida por los diecinueve grados y los hombros desnudos y las sandalias y los pantalones cortos, casi anacrónicos en este amanecer del proto-otoño.
Hacía frío esta mañana tras-tormenta, y en el suelo quedaban aún algunos charcos, y las hojas y ramitas arrancadas por el aguacero de ayer se amontonaban en los márgenes de las aceras. Un airecillo limpio atravesaba la ciudad y el cielo, y te cruzabas con gente casi sonriente, camino del trabajo, casi contenta, a la que se adivinaba un poco encogida por los diecinueve grados y los hombros desnudos y las sandalias y los pantalones cortos, casi anacrónicos en este amanecer del proto-otoño.
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