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domingo, 15 de mayo de 2016

Narciso y la Estigia

Narciso muere incapaz de amar. Obsesionado por su propio reflejo.
A tal extremo, dice Ovidio en una imagen terrible, que continúa buscando su rostro incluso en las aguas de la Estigia.
Un final oscuro para el mito que, sin embargo, no carece de un toque de ternura. Las náyades y dríadas, hermanas de Narciso, lloran la muerte del efebo. Y, cuando van a buscar su cuerpo para llevarlo a la pira, encuentran que éste se ha transformado en una hermosa flor de color szafrán, de corola rodeada por pétalos blancos.
Algo florece, finalmente.
Tal vez, un poco de esperanza.

Dieter Baumann

(En una pausa del seminario)

Si pienso en Dieter Baumann, me vienen palabras como "refinado", " sutil", "sin ego", "transparente". Fiel a sí mismo. Fiel al Sí mismo.

Dieter Baumann y el mito de Pigmalión

Pigmalión es un hombre que no respeta a Venus.
Le decepciona la mujer tal como es.
Prefiere retirarse y esculpir una estatua de oro y marfil según su fantasía.
Y enamorarse de esa imagen creada por él, en lugar de una mujer real.

Dieter Baumann y el mito de Narciso

Notas tomadas a vuela pluma de algunos comentarios de Dieter Baumann sobre el mito de Narciso.


Narciso es fruto de una violación. Su padre, dios del río Cefiso, forzó a su madre, la ninfa Liriope, también deidad de un arroyo. Es, pues, hijo de las aguas, y esa naturaleza "líquida" está en la base de su debilidad. Se niega a "solidificarse". Niega la entrega al amor, porque quiere permanecer "líquido",  con todas las posibilidades siempre abiertas.

Esa naturaleza de corriente de agua, que toma siempre el curso de menor resistencia, impide a Narciso escapar a su destino. Jung remarca muchas veces que el trabajo alquímica es un Opus contra natura. Todo lo contrario a dejarse llevar por la gravedad.

Narciso es casi un adolescente, de belleza aún tierna por fuera, pero esa belleza esconde un duro orgullo interior que se niega a dejarse tocar. Cerrado al vínculo con el otro. Pero uno aprende a conocerse a sí mismo a través del contacto.

No es buena una introversión desmedida, porque la no apertura al otro impide conocer de uno mismo más que lo que ya se sabe. Sin el otro, nada nuevo puede entrar en la conciencia, y la autorreflexión limitada a la propia mirada se convierte en un círculo vicioso, porque se ve solamente lo que se conoce.

Cuando la ninfa Eco lo ve y se enamora de él, Narciso está cazando a un ciervo con su red.
Para Jung, el ciervo es uno de los símbolos del Self. En Alquimis se habla del Ciervo Fugitivo refiriéndose a la cualidad de inaprehensible del misterio viviente, que puede experimentarse, pero no poseerse. Que, en el momento en que se cree tenerlo, ya ha desaparecido. Pero Narciso caza el ciervo en su red. Abriga la ilusión de atrapar el misterio viviente en una red de conceptos.
En ese momento, Eco ve a Narciso y lo ama. Eco tiene un cuerpo. Existe la posibilidad de una reflexión con amor que llegue a "corporalizar" la experiencia del misterio. Pero Narciso rechaza el amor, y, con él, la experiencia viviente.

Narciso no quiere amar. Rechaza el amor de Eco para no ver la reacción del otro a su propio ser. Se encuentra frente a su propio rostro de forma estéril, y muere por infatuación, por inflación..

En el Roman de la Rose la historia de Narciso es una advertencia, que significa que rechazar abrirse al amor puede conducir a la locura mortal del autorreflejo.

















lunes, 9 de mayo de 2016

Algo que le sucede al mundo

Me gusta ser (Jordi Sapes dixit) "algo que le sucede al mundo". Como una ráfaga de viento que viene y pasa. Como la muda presencia de una roca. Como las nubes de un gris difuminado que hoy cubren la ciudad. Me gusta ser tan gentilmente des-centrada, tan colocada, con firme suavidad, en una descansada periferia de mi vida, de toda vida, de todo mundo en cuyo vaporoso, indefinido ser, apenas me mantengo como pequeña turbulencia, provisional, cambiante, inmersa en esa danza universal que todo lo es y lo contiene. Me gusta despojarme de tanto peso, elección, responsabilidad, orgullo, finalmente, de criatura bajita que se da importancia, como si algo de ella dependiera, como si fuera algo distinto de todo lo demás. Me gusta dar un cariñoso golpecito, y mandar a su sitio, a esa Amelia que cree que es Amelia, nada menos, la pobre mía, como si ser Amelia fuera algo.

Tiempo de aguacero en la ciudad del sol

En la ciudad acostumbrada al sol,
lluvia.
Y un tiempo hermosamente gris.

("Agua de mayo, crece el pelo", cantábamos de niñas).

domingo, 1 de mayo de 2016

Primero de mayo

Entre el tomillo en flor, una serpiente aletargada, en la mañana de un mayo vestido de invernada.
Rumor de viento en la arboleda.
Frío.